En el marco de la Maestría en Agronegocios de la FAUBA se llevó adelante el pasado 20 de agosto el seminario “Escenarios de Negocios en Brasil: Oportunidades y Desafíos”, desarrollado por el Dr. Roberto Fava Scare, de la Consultora Marketstrat Agribusiness y con experiencia docente en la USP (Universidad de Sao Paulo) y en la Kansas State University. Su trayectoria lo autoriza como a pocos a hablar sobre el agronegocio en Brasil, pero con el distintivo que su propia familia fue protagonista de los cambios que allí se produjeron en las últimas décadas.
* Por: Marcos Rodríguez. Alumno Maestría en Agronegocios FAUBA.
El seminario del Dr. Roberto Fava Scare plantea un poco de historia del sector de agronegocios en Brasil y cómo el mismo se fue desarrollando. Hasta los años 80 el cultivo de soja en Brasil era propio del sur, hacia el norte llegaba apenas hasta norte del estado de Paraná y sur de Mato Grosso do Sul; en los estados del sur la producción estaba más próxima a los principales puertos.
El paquete tecnológico llegaba en gran medida desde Argentina (semillas, maquinarias, fitosanitarios). La agricultura estaba centrada en cultivos como caña y café, algo de arroz y algodón con maíz. El sur aún conserva una estructura similar a la Argentina en tamaño de las explotaciones, y con la presencia de cooperativas que ayudan a dar escala.
Las cosas cambiarían cuando el EMBRAPA (la agencia de investigación y extensión de Brasil) empezó a trabajar en la adaptación del cultivo de soja a la ecorregión del Cerrado, una vasta sabana que se extiende en el centro del país. Los gaúchos vendían sus campos en el sur y compraban extensiones 10 veces superiores allá. La propia familia de Roberto Fava Scare se fue al Cerrado procedente de Paraná.
En 30 años cambió el mapa de la agricultura del Brasil. El crecimiento de la demanda mundial de alimentos empujó ese crecimiento y en el 2004 la incorporación de sojas transgénicas y la entrada de China en la OMC ayudaron elevando los precios internacionales de los commodities. Sin embargo la región está lejos de los puertos y es caro producir, la necesidad de competitividad obliga a tener una escala superior para sobrevivir, los márgenes son menores y la concentración es alta, buena parte de la superficie está en manos de pocas empresas.
La disminución del precio de los commodities de los años recientes han hecho una especie de “purga” de los productores menos eficientes. En el Cerrado un productor debe trabajar como mínimo 5000 hectáreas para ser viable. Muchas grandes empresas se integran verticalmente para ganar eficiencia por los altos costos de transacción. El rendimiento es el mayor driver de crecimiento de la producción de los últimos años, se pasó de 2400 a 4000 Kg/Ha. de soja en los últimos años. El futuro se ve positivo, se esperan más crecimiento de producción.
En otro orden de cultivos, Brasil tiene a la caña de azúcar como estandarte, con gran presencia en São Paulo y ha crecido de la mano del etanol. Por su parte, el café quedó principalmente en Minas Gerais y algo en Rondônia. El maíz es hoy un cultivo importante, sobre todo el maíz de zafrinha o de segunda; y el arroz quedó principalmente en el estado de Río Grande do Sul. La producción de naranja se ha concentrado principalmente en el estado de São Paulo.
Respecto al uso de tecnología, en los estados del sur los pequeños productores suelen guardar semilla de uso propio por hasta dos años, en cambio en el norte hay una mayor conciencia del pago por el uso de la tecnología: el 80% de la semilla es semilla legal que paga regalías al obtentor y nuevos eventos en el pipeline serán comercializados próximamente.
El Dr. Fava Scare se pregunta entonces: ¿hasta cuándo la demanda china presionará los precios de soja, maíz y la carne de cerdo? Eso puede tener un impacto inflacionario sobre algunos alimentos de la canasta básica en el mercado doméstico o podría hacer bajar considerablemente la rentabilidad ante un desplome, ya que como dijimos, el costo de producción es alto y además el costo logístico para llegar a los puertos también. Las tasas de interés han subido un poco y eso hace más atractivos los mercados financieros a lo que se suman cierto malestar en la política por el perfil del presidente Bolsonaro, sus cruces con la Corte Suprema y la crisis hídrica por bajas precipitaciones.
Las urgencias electorales generan ruido en el orden económico; mirando a las próximas elecciones, el presidente Bolsonaro ha emitido planes de ayuda superiores en monto la época del gobierno del PT. Estas condiciones incrementan la incertidumbre pero aún así la agricultura brasileña sigue siendo el único sector que continúa pujante con el paso del tiempo aún en malos años que no dejan de sentirse en la economía en general a pesar del poco valor agregado, casi todo se exporta en grano; la otra gran exportación de Brasil es el mineral de hierro: “Brasil exporta granos y piedras” según las palabras de Fava Scare.
Roberto Fava Scare menciona una serie de drivers a tener en cuenta de cara al futuro del sistema de agronegocios de Brasil:
- Próximas generaciones: los hijos de los pioneros del Cerrado están volviendo al campo; son profesionales con una mirada más focalizada del negocio, y un nuevo perfil de agricultor, menos romántico y más digitalizado.
- Avalancha de tecnológica y digital: las AgTechs llegaron para quedarse en diferentes áreas, desde gerenciamiento a operaciones o agricultura de precisión, compra y venta o comunicaciones. En algunos casos hay altos costos de adopción.
- Logística: es el gran objetivo cerrar la brecha interna con gigantescas inversiones en infraestructura: rutas, ferrocarriles para conectar los puertos del Nordeste sobre el Atlántico y el Amazonas.
- Carbono y Protección Ambiental: títulos verdes y creación de mecanismos para pagar el Carbono que se fija en el suelo. Brasil tiene nuevas leyes ambientales muy protectoras de la forestación nativa.
- Mujeres: hoy ya ocupan entre el 20 y el 30% en cargos gerenciales en el agro.
- Eficiencia, escala y concentración: es una tendencia en industrias y cooperativas, que han crecido y hoy son grupos que han migrado desde el sur al Cerrado. Pocas plataformas de distribución con muchas bocas de expendio.
Para concluir, Roberto plantea una serie de desafíos como son el cambio climático, un manejo de plagas más integrado, la mano de obra, los precios al productor y los elevados costos de producción, entre otros. Estos elementos son los grandes asuntos de la agricultura que deberán ser enfrentados por la nueva generación de agricultores profesionalizados y conectados al mundo. Ante el crecimiento de demanda de alimentos, la necesidad de no aumentar el área cultivada, y la presión de la sociedad por garantizar un menor impacto; productividad con sostenibilidad será el gran desafío, y sin descuidar la rentabilidad que permita sobrevivir al negocio a la siguiente generación.
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