DIEGO HEINRICH: “Siempre soñé con que el mercado de las carnes sea como el de los vinos”

En el marco del Programa de Agronegocios de la FAUBA, se llevó adelante el seminario sobre Carnes Validadas con la participación de su CEO y cofundador, Diego Heirich. En el transcurso de días decisivos para la ganadería argentina, el interrogante paradójico que se abre es: ¿se puede y vale la pena descomoditizar el mercado de carne vacuna?

*Por María Ailén Tula

Diego Heinrich exhibe con orgullo la foto del primer envío de carnes con código QR producidas por Cabañas Pilagá en campos de Corrientes y Santiago del Estero a Riad, la capital de Arabia Saudita. Para lograr la documentación de todo el proceso productivo se recurrió a la tecnología blockchain, la misma que se utiliza para las criptomonedas. En otras palabras, entendiendo al sistema de agronegocios de la ganadería bovina desde la propuesta de valor.

Carnes Validadas –que participó activamente en el envío al mercado árabe– es una startup que une a todos los actores del sistema de la cadena de la carne vacuna con el objetivo de agregar valor a la información producida por cada uno.  Desde la empresa, generan lo que se conoce como token vaca: una identificación digital única e inequívoca por cabeza de ganado en la que se plasma cada evento que trascurre en la vida del mismo. De esta forma, entendiendo el rol de la cooperación para alcanzar competitividad, se construye un diferencial través de la trazabilidad ampliada.

En definitiva, lo que se busca es dar respuesta a tres drivers que caracterizan al siglo XXI: consumidores cambiantes que demandan mayor información; un incremento en las regulaciones de los mercados que los vuelven más sofisticados y la falta de acceso a créditos que dificulta a los productores encausar las trasformaciones necesarias. Por ello es que Carnes Validadas desarrolla un modelo de negocios que apunta a controlar la cadena de suministro, proporcionar claridad respecto a los alimentos, respaldar la producción, generar confianza entre los clientes y mostrar trasparencia al compartir la información.

Sobre este punto, Heinrich destaca: “Carnes Validadas te ayuda a construir reputación como actor. La mayoría de las marcas, por ejemplo, en galletitas trabajan con Responsabilidad Social Empresaria, buscan mostrar lo que hacen. Y hoy el productor ganadero, no. Esta cadena de valor no debe ser ajena a esto”.

Del intercambio entre Heirich y los alumnos, resurge implícitamente el interrogante respecto a si se puede y si vale la pena descomoditizar el mercado de carne vacuna. Para lo que el propio productor agrícola responde: “Es muy importante entender que no es que vas a meter dos datos más y te van a empezar a pagar. En algún caso particular, te lo van a reconocer. En otros casos, los mercados ya te lo piden como barrera de entrada”.

Hoy la empresa tiene 26.095 token vaca y 77 establecimientos. Cuenta en su portfolio con clientes pequeños (con 50 cabezas) y grandes (con más de 10 mil cabezas). Entre quienes hoy están trabajando para descomoditizar su producción y cambiar la forma de comercialización en cada uno de sus segmentos se destacan: Invernea, Cabaña Pilagá, Grupo Harriet, Santa María del Recuerdo, Caldenes, Los Lazos y Sancor Seguros.

La plataforma de la empresa está abierta desde el 21 de septiembre del 2020 y se ofrece un usuario gratis a aquellos productores que tengan hasta 2.500 animales. Luego, respecto a los costos, hay diversos aranceles. “Carnes Validadas es un vehículo para desarrollar valor y, en ese sentido, vamos a cobrar cuando haya un real agregado de valor. O sea, al trasferir los datos”, aclara Heirich. Para el productor agropecuario: “Es un sueño: darle retroalimentación a la cadena para que se alinee y que la data vaya al consumidor y, luego, vuelva a la genética y a la producción”.

LA VITIVINICULTURA, EL GRAN PARADIGMA

El anhelo de Diego Heirich de que el negocio de la carne se parezca al de la vitivinicultura responde a uno de los dilemas actuales que enfrenta el sector. “¿Por qué los vitivinícolas hicieron ese recambio? Porque se fundieron todos, los jorobaron de todos lados”, se cuestiona el CEO y cofundador de Carnes Validadas. “Pero en determinado momento hubo una transformación que hizo que hoy tengamos dos mil etiquetas de vino con distintos atributos, posicionamientos y formas de comercialización para mercados de nicho”, agrega.

En Argentina, uno de los rasgos distintivos del complejo vitivinícola se introdujo a partir del pasaje de un sistema de agronegocios comoditizado –en el que el producto se comercializaba en función del precio en el mercado interno– hacia una industria especializada con mayor calidad enológica en distintas gamas para abastecer tanto el mercado interno como el externo.

El cambio se vio motorizado por una caída en el consumo. Si para los años ‘70 era de 90 litros per cápita, en la actualidad –y representando el mayor incremento de consumo de los últimos 5 años– es de apenas 21 litros. Esto, consecuentemente, produjo que en la década de los ‘80 se redujera drásticamente la superficie cultivada: de 350 mil hectáreas a 180 mil. Hoy, de acuerdo a datos recientes del Observatorio Vitivinícola Argentino, el país cuenta con 205 mil hectáreas.

Frente a la crisis, la respuesta fue la innovación. Y, sobre este punto, resultó determinante la generación de capital social, entendido como la habilidad de los actores del sector para trabajar conjuntamente en propuestas comunes con un fin voluntario de construir colectivamente, cooperativamente y solidariamente.

En definitiva, la inversión en capital social le valió a la vitivinicultura la representación organizada de los grupos heterogéneos que conforman la cadena e, incluso, la generación los cambios institucionales que permitiesen contar con una estrategia que mire hacia el largo plazo –como lo fue, el Plan Estratégico Vitivinícola (PEVI) 2020 y, más reciente aún, su versión 2030–.

María Ailén Tula Lic. en Comunicación Social (UNLP); Máster en Periodismo (UdeSA); actual alumna de la Maestría en Agronegocios (FAUBA)