Alimentos argentinos buscan ser reconocidos como Indicaciones Geográficas y Denominaciones de Origen:
El equipo del Programa de Agronegocios y Alimentos de la FAUBA, finalizó su colaboración en el proyecto “Asistencia a PyMEs Alimentarias en el desarrollo de requisitos técnicos y legales en función de la normativa vigente para Indicaciones Geográficas”, el cual fue llevado a cabo conjuntamente a la Cátedra de Sistemas Agroalimentarios de la FAUBA. El proyecto fue realizado dentro del marco del PROCAL, impulsado por la Subsecretaría de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional de la Secretaría de Agricultura Ganadería y Pesca de la Nación.
Durante siete meses, el equipo realizó un acompañamiento personalizado a los productores que participaron, nucleados en torno a 10 alimentos típicos del país: Salame Quintero Mercedino (Buenos Aires); Queso de Los Toldos (Buenos Aires); Aceite de Oliva de San Juan; Sidras de Río Negro, Patagonia Argentina; Miel del Monte Nativo Cordobés; Miel de Atamisqui de Santiago del Estero; Poroto Pallar de la Quebrada de Escoipe (Salta); Pimentón de los Valles Calchaquíes (Salta); Orégano de Mendoza; Peperina de Córdoba y San Luis.
Durante el trayecto se realizaron un total de 7 talleres de capacitación virtual, con temáticas estratégicas como marketing, comunicación, análisis sensorial, reglamentación técnica, capital social, etc que luego fueron discutidas en el seno de cada grupo para aplicarlas a cada caso.
Gracias al esfuerzo del equipo consultor y el compromiso de los productores, se logró recopilar, describir y sistematizar información significativa para el reconocimiento de la calidad vinculada al origen geográfico. Los diez grupos participantes condensaron los aprendizajes en un formulario de registro en el cual se relevó información valiosa como la evolución histórica del producto en la zona, descripción de las etapas implicadas en el proceso productivo, identificación de los descriptores de tipicidad, delimitación del área de producción y otros elementos que permitieron fundamentar el vínculo entre las características del producto y el terruño.
También se logró fortalecer las capacidades asociativas de los protagonistas y se fomentó tanto la colaboración y el intercambio de conocimientos dentro del grupo como entre productores e instituciones públicas y privadas.
Participaron más de 250 productores de distintas regiones del país y 45 instituciones entre locales como provinciales. Algunas de éstas fueron INTA, INTI, universidades, municipios, direcciones provinciales y asociaciones rurales, entre otras.
Actualmente los productores continúan trabajando en la elaboración de los formularios que les permitirán acceder al reconocimiento oficial definitivo.
El trabajo en territorio con distintos casos y sistemas de agronegocios tienen un impacto directo en las carreras de Posgrado en Agronegocios, ya que permiten divulgar los aprendizajes y experiencias con los profesionales que nos eligen cada año.
Mariano Villani y Mercedes Cappiello
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