Adaptarse y continuar… Desafíos actuales en materia de educación de posgrado en primera persona
Lic. Fernando Mogni
Uno de los postulados más recurrentes en el mundo de los negocios es la capacidad de adaptación a los constantes cambios, como a nosotros nos gusta decir, a las perturbaciones. Sin dudas nos encontramos transitando una de las perturbaciones más grandes de la historia moderna, de magnitudes comparables con las grandes guerras y aún sin tener certezas de las consecuencias económicas y sociales que traerán aparejadas cuando finalmente podamos controlar al COVID-19.
En este contexto, y a días de comenzar nuestros Posgrados, Especialización y Maestría en Agronegocios de la FAUBA, comenzó la cuarentena -exactamente el 20 de marzo-. Inmediatamente nuestra primera reacción fue posponer el inicio para abril, lo cual rápidamente descartamos. En ese preciso momento comenzó lo que llamamos una carrera contra reloj, y ¿por qué una carrera contra reloj? Porque sabíamos que todos nuestros alumnos esperaban con ansias el primer día de clases para conocerse y sentarse en nuestras aulas y viendo que eso no iba a poder suceder, teníamos que darles una rápida respuesta a esa demanda.
Este contexto nos llevó a tener que acelerar los tiempos de un trabajo que veníamos haciendo pero aún no lo teníamos finalizado: el dictado virtual de nuestros cursos. Si bien tenemos en claro que no es lo mismo que la presencialidad sabíamos de mucha gente que por tiempos o costos venir a Buenos Aires no era una opción y estábamos trabajando para ellos.
En el equipo somos cerca de 10 personas, y no solo había que lograr coordinarnos entre todos (cada uno en su “nueva vieja función”) si no también convencernos de que éramos capaces de terminar con la metodología que veníamos trabajando de dictado y seguimiento virtual de los cursos e implementarla. No fue fácil, fueron semanas de un arduo trabajo con infinidad de reuniones digitales o meetings (como ahora a muchos les gusta decirles), trabajando sin horarios fijos y con poco sentido de los días (recuerdo una reunión en un feriado que nunca nos dimos cuenta que era feriado).
A esto se le sumaba una complicación extra, una nueva disposición en nuestros hogares con niños sin clases, teletrabajo, protocolo de compras y salidas, etc. Nos convencimos de que éramos capaces y eso nos permitió que profesores y alumnos sean adoptantes de esta nueva propuesta una diferente a la que tenían previo al 20 de marzo.
Finalmente llegaron las 18 hs. del miércoles 15 de abril, y 35 alumnos del Posgrado modalidad semanal que no conocíamos comenzaban a cursar de manera digital en un hecho casi inédito para nosotros. La clase comenzó, Sebastián Senesi y Hernán Palau la dictaron de manera conjunta, la primera clase virtual del Posgrado en Agronegocios, y lo hacían con una naturalidad sorprendente lo cual se vió reflejado luego en los muy buenos resultados de las encuestas.
Los nervios previos terminaron y al otro día a primera hora una reunión para sacar las primeras conclusiones, tomamos confianza y continuamos. Luego vino la Maestría de primer año, la de segundo año (con alumnos que ya habían cursado de manera presencial y lo hacían de manera virtual por primera vez lo cual sumaba un desafío extra), el Posgrado Mensual y llegó el turno de los Posgrados in-house… Esos cursos en los que vamos con nuestros profesores a las organizaciones o al interior del país. Comenzamos en Chajarí, Entre Ríos, luego seguimos en Bayer (45 alumnos de diferentes partes del país), y fuimos virtualmente para Tres Arroyos, prov. De Bs. As.
Estos dos meses fueron maratónicos, tenemos más de 230 alumnos que están cursando bajo este formato con un seguimiento muy cercano de cada uno de ellos. Con orgullo podemos decir que ningún alumno abandonó por estar a disgusto con el formato de clases. Sabemos que la presencialidad no se reemplaza, se pierde ese contacto cara a cara, la fluidez del intercambio y el compartir los recreos con la clásica medialuna con café o mate (de quien de a poco nos tendremos que ir despidiendo ya no volverá el formato tradicional de compartir una misma bombilla…) pero a la vez estamos convencidos que la capacitación es una de las bases para la adaptación a nivel personal y a nivel de organización.
Como tantas veces escuchamos decirle al Negro Ordóñez “el problema de las organizaciones es la adaptación” y hoy, además de enseñarlo en nuestras aulas, hemos sido capaces de llevarlo a cabo.
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